TRAMAS SOCIALES • N° 05 | ISSN: 2683-8095
79Muñoz Rubia | Experiencias y Voces de Discapacidad en la Universidad
ARTÍCULOS LIBRES
(…) Mayormente a la persona ciega (suspiros) se la ve, no
solo la persona ciega, sino la persona con discapacidad se
la ve como un mueble o más allá de un mueble, como una
persona dependiente, que necesita depender siempre de
alguien, y la persona que está con la capacidad, debe es-
tar de cierta manera acomplejado o pendiente siempre
de la persona con discapacidad, porque lo cree o lo vi-
sualiza como una persona incapaz para no hacer nada,
para tampoco poder andar solo, ya sea en silla de ruedas,
no vidente, sea la discapacidad que sea. Lo ve como una
persona (…) incapaz (…) Estudiante C
En el primer fragmento se manifiestan expresiones ta-
les como: “no me creen”, la cual refiere a ese conjunto de
acciones prácticas, lenguajes y/o discursos que constan-
temente la sociedad y quienes la conforman dicen, expre-
san, describen, plasman de forma directa e indirecta en
la realidad socio-educativa, marcando diferencias entre
las personas en situación de discapacidad y aquellas sin
esta “marca”, “estigma” y “cartel” identificada y construi-
da. Al igual que el segundo fragmento, esa idea que se
repite de: “no puede”, reconociendo y originando la dis-
capacidad, anulando la voz y oportunidad de que la per-
sona en situación de discapacidad tenga el respeto y goce
de los mismos derechos que el resto de los estudiantes.
En el tercer fragmento, el entrevistado menciona con cla-
ridad que “los otros” lo visualizan como una persona in-
capaz de realizar actividades, directamente silenciando
su voz, sus deseos, opiniones, su derecho de tener opor-
tunidades, y de vivir libremente su recorrido educativo
en plena autonomía.
En estas líneas expresadas anteriormente, la voz de las
personas con discapacidad en el trayecto educativo es
omitido, silenciado, diferenciado por el hecho de pre-
sentar una dimensión corporal característica, diversa,
distintiva a la mirada consolidada por los demás, predo-
minando lo hegemónico, convencional, reglamentario,
creando determinismo y estigma.
Por ende, en el entorno social existen formas de referir a
la discapacidad y a las personas, sobre todo, conceptuali-
zar las corporalidades creando comparaciones estéticas
desde la belleza y perfección.
La dimensión corporal desde la discapacidad es cons-
tituida desde el aspecto estético y visual en la mirada
social-cultural (Díaz, Ferreira y Martin, 2015). Es ma-
nifestada de varias maneras, proponiendo el siguiente
fragmento:
(…) (risas y silencios) Difícil porque, en el sentido, de que
yo (remarcando la pronunciación) te estoy hablando así
de esta manera, de esta visión que tengo, pero todavía
me cuesta mirarme al espejo de forma completa (silen-
cio) es medio contradictorio lo que estoy diciendo, pero
es así, es lo que me pasa… no me puedo mirar al espejo
de una forma completa porque no… como que siento que
lo puedo exteriorizar pero no… internamente todavía me
falta, me falta muchísimo todavía, entonces como me veo
al espejo y no me gusta, no me gusta lo que se ve (silencio)
y eso lo tengo que trabajar (…) Estudiante A
Siguiendo los planteos teóricos de los autores Díaz, Fe-
rreira y Martin, (2015) y lo escrito en el fragmento previo,
se puede manifestar que las personas con discapacidad
son miradas, evaluadas, configuradas, normativizadas,
comprendidas por el colectivo social desde la compara-
ción entre lo visible/invisible, perfección/imperfección,
normal/anormal, denominaciones y concepciones que
inciden constantemente en la forma de habitar y viven-
ciar la discapacidad por quienes viven y la subjetivan.
En vinculación con las características originadas e im-
puestas en la modernidad, los cuerpos que presentan
discapacidad son significados y re-significados desde
nuevos indicadores valorativos, principalmente siendo
mirados desde la eficacia y viabilidad productiva- no
productiva, y desde allí, se dirigen factores de inclusión
o exclusión en los espacios circundantes de la orbe social
(Martin y Castillo, 2010).
Por lo tanto, el cuerpo con discapacidad en el orden so-
cial, crea una sorprendente mirada, en los orígenes de
“lo raro”, “lo desordenado”, “lo diferente”, construyendo
clasificaciones de inhabilitación y apariencia física en el
imaginario social (Le Breton, 2002).
Particularmente, la discapacidad y las personas con dis-
capacidad son caracterizadas de diversas modalidades,
desde distintos enfoques, perspectivas o modelos, en
esta ocasión, el médico y social, otorgando significado al
cuerpo desde ambos posicionamientos teóricos.
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