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TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
Del Zoroastrismo A
La Ciencia Ficción:
El Apocalipsis Como
Respuesta A La
Pregunta Por El Sentido
De La Historia
From Zoroastrianism To
Science Fiction: Apocalypse As
An Answer To The Question Of
The Meaning Of History
Amparo Dimarco
Universidad Nacional de Mar del Plata. Mar del Plata, Argentina.
amparodimarco@gmail.com
Recibido: 20 de mayo de 2024
Aceptado:25 de junio de 2024
TRAZOS - REVISTA DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA - AÑO VIII - VOL. I. - JUNIO 2024
páginas 47-56 - E-ISSN 2591-3050
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/trazos/
INSTITUTO DE FILOSOFÍA - FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
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Resumen: En el presente trabajo se analiza la cción apocalíptica en sus diver-
sas formas a partir de tres momentos históricos: la concepción de Zaratustra, la
herencia de esta perspectiva en el milenarismo cristiano y la ciencia cción en
la actualidad. De esta manera, el apocalipsis se presenta como un mito exible,
tomando diferentes signicados, pero manteniendo una base esencial en una es-
tructura dual de destrucción y regeneración. Desde esta perspectiva, se abordan
los aportes losócos de Frank Kermode, Krisham Kumar y Malcolm Bull, para
sostener que el apocalipsis es una cción que brinda estructura y sentido a nues-
tra historia. En otras palabras, indica una nalidad al rumbo de la historia de la hu-
manidad y al sentido de nuestra existencia, ya que en su estructura dual tradicio-
nal presenta un n del mundo caótico, al que siempre le sigue una transformación
hacia un estado perfecto, brindándonos un escape de nuestra compleja realidad.
Palabras clave: HISTORIA-ESCATOLOGIA-FICCIONES
Abstract: This paper analyses apocalyptic ction in its various forms from three
historical moments: the conception of Zarathustra, the inheritance of this pers-
pective in Christian millenarianism and present-day science ction. In this way,
apocalypse is presented as a exible myth, taking on dierent meanings, but
maintaining an essential basis in a dual structure of destruction and regeneration.
From this perspective, the philosophical contributions of Frank Kermode, Krisham
Kumar and Malcolm Bull are addressed to argue that the apocalypse is a ction
that provides structure and meaning to our history. In other words, it indicates a -
nality to the direction of human’s history and the meaning of our existence, since in
its traditional dual structure it presents an end to the chaotic world, which is always
followed by a transformation to a perfect state, providing us with an escape from
our complex reality.
Keywords: HISTORY-ESCHATOLOGY-FICTIONS
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La pregunta por el sentido de la historia es una cuestión que ha desaado a
la humanidad a lo largo de los siglos, ya que la idea de que nuestra existencia no
tenga ninguna nalidad puede provocar un profundo rechazo. Esto nos ha llevado
a la necesidad de atribuir signicado, distanciándonos de la idea de que no tiene
porqué existir tal nalidad. En este contexto, surge una pregunta fundamental:
¿cómo le otorgamos un propósito a la historia?
Para abordar esta cuestión, apoyándonos en distintas perspectivas como
la de Frank Kermode, Krisham Kumar y Malcolm Bull, recorreremos tres concep-
ciones distintas pero interconectadas sobre la gura del apocalipsis y su relación
con el sentido de la historia. Iniciaremos con el análisis del quiebre de una visión
estática del mundo a través de la gura de Zoroastro y su posterior inuencia en
el cristianismo. Luego, exploraremos las relaciones entre esta concepción y la vi-
sión apocalíptica secular, así como el cambio de las cciones en la actualidad.
De esta manera, mediante el análisis se intentará comprender la necesidad de
sentido en cada época y de cómo el apocalipsis emerge como una respuesta a la
interrogante sobre la nalidad de la historia.
Los orígenes de la escatología
Según Norman Cohn (1998), a diferencia de las reexiones sobre el origen
del mundo, el n del mundo no fue objeto de reexión hasta el año 1500 a. C. Esto
se evidencia por la ausencia de profecías apocalípticas en los textos religiosos
o literarios, y el predominio de una visión del universo como un ciclo ordenado y
eterno, donde el caos inicial daba lugar a un cosmos que no llegaría a su n. Fue
el profeta iraní Zaratustra, o Zoroastro, quien rompió con esta visión estática y ha-
bló de una próxima consumación, en la que el mundo imperfecto e inestable sería
reemplazado por uno perfecto y libre de amenazas.
En la cosmovisión zoroastriana tenía un puesto importante el concepto de un
orden absoluto llamado asha, (operado por el dios Ahura Mazda) y la negación del
asha: druj, que reere al caos, a la maldad, (gurado por el espíritu Angra Mainyu).
En el pensamiento de Zoroastro, los espíritus encarnaban las fuerzas que man-
tenían ordenado el mundo y las fuerzas que buscaban destruirlo. El escenario de
estas luchas era el “tiempo limitado”. Este concepto reere a que la lucha entre
caos y orden tendría su n y esto marcaría el principio de una eternidad. “[...] druj
dejará de actuar, asha prevalecerá totalmente y por doquier, y el mundo ordenado
se librará para siempre de las fuerzas del caos. Se realizará, así, la intención de
Ahura Mazda y llegará a su consumación el plan divino.” (Cohn, 1998, p. 20)
En el n del tiempo limitado habría una resurrección universal de los cuerpos
que iría seguida de una gran asamblea, en la que cada quien sería confrontado
con sus buenas y malas acciones, los malos siendo destruidos y los justos trans-
formados en eternamente jóvenes. De esta manera, nos esperaría un mundo en
el que todos vivirían para siempre en una paz que nada podría turbar. Pero ante
esto, subsisten preguntas, ¿qué es lo que llevó a un hombre de esta época a decir
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que el mundo sería modicado en uno perfecto? O, ¿por qué surgió esta concep-
ción de los nes del tiempo?
En primer lugar, es importante comprender el contexto de Zoroastro. Él perte-
necía a una sociedad que durante siglos había existido pacícamente, no conta-
ban con armas destructivas ni muchas innovaciones, emigraban continuamente
con su ganado, buscando pastos para establecerse y prosperar. Sin embargo,
esta comenzó a ser reemplazada por una sociedad de nueva índole, más belicosa
y mejor equipada, guerreros que se deleitaban con la violencia y tenían carros que
les permitían robar y matar a los pastores en una escala que antes no era conce-
bible.
Por lo tanto, una interpretación posible es que Zoroastro veía que en el mun-
do había maldad e injusticias, y así es que las luchas entre el mal y el bien nos
muestran las dos tribus: una ordenada y pacíca, y otra caracterizada por el caos
y la violencia. La gura del apocalipsis vendría a restituir a los malos y volver al
orden, trayendo la justicia que le falta al mundo. En este caso, castigando y des-
truyendo a los integrantes de la tribu armada. Por otro lado, Norman Cohn (1998),
presenta otra hipótesis. Él plantea que las sociedades antiguas, aunque tenían
una percepción inmutable del mundo, sentían que estaban amenazadas por fuer-
zas caóticas. Esta sensación fue expresada en “mitos de combate” (1998, p. 20),
en los cuales el mundo ordenado era atacado por fuerzas monstruosas hasta que
se presentaba un dios-héroe que tenía que luchar y derrotar al mal. Bajo esta tra-
dición, Cohn sugiere que para Zoroastro el papel del dios-héroe era ocupado por
Ahura Mazda, quien combatió las fuerzas que buscaban destruir el mundo encar-
nadas por Angra Mainyu.
Por lo tanto, “[...] Zoroastro fue inspirado por el antiguo y poderoso mito de
combate para crear un mito de combate aún más poderoso, y que luego se con-
virtió en la primera fe escatológica del mundo” (Cohn, 1998, p. 23).
Milenarismo y zoroastrismo
Estas concepciones zoroastrianas sobre la consumación del mundo, el juicio
después de la muerte y la salvación, fueron heredadas por los judios y los prime-
ros cristianos, convirtiéndose en parte de la cosmovisión de la civilización occi-
dental. Su inuencia fue tal que, en el temprano apocalipsis cristiano, la idea del
n del mundo ponía al presente como una oportunidad decisiva para una trans-
formación, tomando un papel importante en la generación de signicado. Tanto
para los milenaristas cristianos como para sus precursores de casi cada siglo de
la era cristiana, cada acontecimiento relevante es augurio de un n, lo que hace
más apremiante el llamado al arrepentimiento y revela el rol que la expectativa
escatológica tomó en la historia.
Con el paso de los años, los seguidores de Zoroastro y luego los del cristia-
nismo y judaísmo, comenzaron a sentir la decepción de que el mundo continuara
sin transformarse cuando las interpretaciones del apocalipsis presuponen que el
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n está próximo. A medida que las generaciones pasaban y el mundo continuaba
en su estado habitual esta sensación de desencanto se fue consolidando entre
los eles y, en respuesta a esta desilusión, como una forma de consuelo, los zo-
roastrianos crearon la gura de un salvador que llegaría a terminar la doctrina de
Zoroastro. En el siglo II de la era cristiana, podemos observar un suceso similar,
en el cual posiblemente sumidos en una desesperación escatológica, los cristia-
nos dejaron de conformarse con las predicciones literales, tomándose la libertad
de manipular los datos para obtener el resultado deseado. Como arma Frank
Kermode:
De esta manera, sería posible que el n se produzca en cualquier fecha de-
pendiendo la interpretación. Según la concepción de los milenaristas cristianos,
Jesús volvería para gobernar por mil años, combatir y condenar al diablo por últi-
ma vez, dando inicio al juicio universal.
Tanto en la concepción de Zoroastro como en el cristianismo, podemos plan-
tear cómo este n le da sentido al presente, postulando una manera correcta de
actuar para llegar a un lugar que sea mejor, a una vida que tenga sentido y na-
lidad. En el zoroastrismo, los humanos participan en la lucha entre el orden y el
caos, ya que al igual que los espíritus, deben elegir entre los valores constructivos
y los destructivos. Con la llegada del n del tiempo limitado, se determinaría el
desenlace de cada uno dependiendo las decisiones que hayan tomado en vida.
Podemos ver cómo hay un control sobre la vida y, al mismo tiempo, un sesgo de
esperanza según el cual una vida mejor está por llegar, de que hay algo por lo que
vivir.
Por lo tanto, el n apocalíptico tiene el poder de darle sentido al presente al
postular una manera correcta de actuar para así llegar a un lugar que sea mejor,
a una vida que tenga sentido y nalidad. Sin embargo, el mito apocalíptico puede
ser una fuente adicional de horror más que una fuente de consuelo, una carga so-
bre los hombros ante la idea de una posible muerte y vida eterna en el inerno. Se-
gún Krisham Kumar (1998), el mito apocalíptico contiene una tensión difícil pero
dinámica entre elementos de terror y de esperanza. Lo podemos ver en los pos-
tulados del milenarismo en los que el n, aunque pueda ser terroríco, no debería
generar desesperación ya que sería también el comienzo de un nuevo mundo.
El mito apocalíptico, como explica Vita Fortunati (1993), muestra ser una
brillante metáfora para la condición humana, probando ser un mito exible que
puede tomar diversos signicados; puede ser el n de la humanidad, una trans-
formación, un juicio nal, el comienzo o n del reino de Jesús. Pero más allá de la
Dada esta libertad, este poder de manipular los datos con el n de
obtener la consonancia deseada es posible, desde luego, disponer que
el Fin se produzca en casi cualquier fecha deseada, pero el más famoso
de los Fines anunciados es el del año 1000 E.C. (2000; p 20).
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interpretación, es un mito dual en el cual siempre se mostrará la contraposición de
elementos positivos y negativos, entre la luz y la oscuridad, la muerte y el renaci-
miento, el terror y la esperanza.
Apocalipsis secular
Siguiendo a Malcolm Bull (1998), en la actualidad, el apocalipsis se presenta
secularizado, alimentándose de las imágenes de holocausto nuclear, decadencia
sexual, desplome social, que inspiran al milenarismo religioso. Ambas concep-
ciones apocalípticas, religiosa y secular, no ven más propósito en el mundo que
su n.
El apocalipsis secular se diferencia del religioso en que no suele producir
una transformación personal de índole espiritual, como nos encontrábamos, por
ejemplo, en la salvación individual de Zoroastro y posteriormente en los cristia-
nos. El discurso secular, en cambio, puede estar planeado para inuir sobre la
opinión pública en favor de ciertos objetivos sociales, como concientizar sobre la
regulación ambiental. En muchos casos, el lenguaje de lo apocalíptico se plantea
para conmocionar o enfurecer.
Según Bull, el apocalipsis secular puede encontrarse en muchas áreas de la
cultura popular, pero especialmente en la ciencia cción. Desde comienzos del
siglo XX, podemos hablar del surgimiento del cine catástrofe, género que tiene
como tema principal una catástrofe inminente para la humanidad. Es en 1933 con
Deluge, una película en la que una ola gigante arrasa con Nueva York, donde se
presentan por primera vez determinados aspectos que luego estarían en todas
las películas del género: caos, destrucción, cientícos sorprendidos, gente que
no cree, un héroe que tiene que salvar a alguien, la creación de una nueva socie-
dad y un nal esperanzador. Esta misma secuencia de acontecimientos la encon-
traremos en la mayoría de las películas de este género y la seguiremos viendo
años después en la década del 50 en la que, gracias al contexto de guerra fría y
la carrera espacial, toma relevancia la ciencia cción, en la cual la catástrofe es
causada por armas nucleares o radiación, hay accidentes espaciales o caen me-
teoritos del cielo. Pero nos seguimos encontrando la misma secuencia en la que
el caos destruye el orden, en la que hay un héroe que está dispuesto a sacricarse
y un nal esperanzador en el que los protagonistas se preparan para la nueva vida
y sociedad y, además, políticos “malos” que no creían en lo que sucedía y tienen
que admitir sus errores.
Podemos considerar que la secuencia que nos encontramos en la ciencia
cción actual tiene semejanzas argumentativas con los mitos que inuenciaron
a Zoroastro antes de comenzar con sus profecías. En estos mitos de combate,
como en las películas contemporáneas, nos encontramos con un monstruo, fuer-
zas caóticas que intentan destruir el orden del mundo y ni los dioses nos pueden
proteger, pero llega un héroe dispuesto a sacricarse y derrotar al mal. De la mis-
ma forma que en las películas, el nal es esperanzador, los buenos ganan y el mal
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termina. Por otro lado, se pueden identicar relaciones con la gura del apoca-
lipsis religioso o tradicional, ya que hay una transformación tras una catástrofe
natural en la cual los buenos triunfan y la sociedad vuelve a comenzar de manera
esperanzadora.
Por lo tanto, nos encontramos con tres momentos diferentes en los cuales se
presenta la misma secuencia: los mitos de combate, el apocalipsis religioso y el
cine contemporáneo. En este sentido, hay tres elementos básicos que tienden a
repetirse en la escritura apocalíptica, que son:”Destrucción, Juicio y Regenera-
ción". (Vita Fortunati, 1993, p.83) Además, se presenta en general, una dualidad
entre el bien y el mal, destrucción y regeneración. Aunque este nal puede variar
y ser pesimista, podemos encontrarnos una línea común en la que el apocalipsis
no presenta un n, sino una transformación. Hay decadencia, pero a la vez hay
esperanza y renacimiento.
Giro ccional y la necesidad de sentido
Hay un cambio fundamental entre el apocalipsis religioso y el secular, que se
comprende por el impacto que este genera. Siguiendo a Kumar (1998), el apoca-
lipsis se ha vuelto algo trivial. El n vendrá como resultado de la sobrepoblación
o del lento envenenamiento del planeta, lo que estará expresado en números y
grácos, no en las imágenes del Apocalipsis bíblico.
Retomando a Kermode (2000), el n quizá ha perdido su relevancia, pero
sigue proyectándose en nuestras cciones, por lo que podemos referirnos a él
como inmanente en nuestra cultura, persistente en la literatura, el cine y la con-
ciencia colectiva. La cción apocalíptica cambia su forma y se adapta a cada épo-
ca porque reeja los miedos y tensiones inherentes al ser humano, como lo es el
miedo a la muerte y al sinsentido de la vida.
Vivimos en un tiempo de grandes desarrollos tecnológicos que están im-
pregnados en la forma en que consumimos y transmitimos la cción apocalíptica.
Además, somos conscientes de nuestro contexto: del enorme arsenal nuclear
dividido en varios países, de la crisis ecológica, de las imágenes de guerras que
evocan con exactitud imágenes apocalípticas. Tenemos nuevos terrores, “[...] un
sentimiento de crisis moderno” (Kermode, 2000, p. 95) que parecen indicar un n
más cercano, pero esto puede interpretarse de la misma manera en la que Zara-
tustra o cristianos concibieron que el n vendría pronto en su época. Es la misma
idea de creer que la propia época se encuentra en una relación extraordinaria con
el futuro, creyendo que nuestra crisis es la más inquietante y sobresaliente, sin
querer ver que el propio sentimiento de crisis nal es también una forma de orde-
nar nuestra historia.
Aunque no hay nada irreal en que nuestro tiempo está sometido a rápidos
desarrollos, el sentimiento ante la amenaza escatológica es el mismo que experi-
mentaron nuestros antepasados ante el Apocalipsis bíblico. Según Vita Fortunati
(1993), en el mito apocalíptico existe siempre un aspecto que pone al descubierto
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temores arraigados, inmanentes, atemporales, que tenemos como humanos. Es-
tos pueden ser el miedo a los poderes de la naturaleza, el miedo a la soledad o el
miedo a la muerte. Más allá de las diferentes creencias sobre cómo el mundo ter-
minará y cuándo ocurrirá, hay una necesidad humana de pensar la existencia con
un principio y un n. Hay una persistencia en las cciones sobre el n del mundo,
que atraviesan cada contexto histórico, y aunque actualmente haya una suspica-
cia frente a las cciones apocalípticas, continúan funcionando.
El término cción no lo utilizo como algo opuesto a la realidad, sino que, por
el contrario, las cciones conguran y dan forma a nuestra experiencia de lo real,
brindándole estructura y signicado. La realidad, que parece ser caótica y com-
pleja, solo se vuelve comprensible y manejable a través de estas construccio-
nes narrativas y conceptuales que utilizamos para darle sentido. Encontramos
esta concepción, por ejemplo, en Jean-François Lyotard, quien en “La condición
post-moderna” (1991) sostiene que las narrativas, o lo que él llama “metarrela-
tos”, no solo representan la realidad, sino la conguran actuando como marcos
interpretativos que nos permiten navegar y entender el mundo en el que vivimos.
El mito apocalíptico es una cción que responde a una necesidad de dar sen-
tido a la historia, una consolación ante los miedos que despierta nuestra existen-
cia y mediante ese sentido convencerse de que el n no sería solo un n, sino
una transformación hacia un estado perfecto. En términos de Frank Kermode, los
humanos nacemos en un mundo que no nos pertenece, en una existencia que no
comprendemos. Pero en ese lapso de nuestra vida requerimos acuerdos cticios
con los orígenes y nes que puedan darle un telos a nuestra existencia. (Kermo-
de, 2000, p. 18)
Por eso, cuando surgió la pregunta sobre por qué Zoroastro anunció que el
mundo que él conocía sería transformado en breve, una de las respuestas posi-
bles refería a su contexto el cual se basaba en injusticias y caos. La batalla nal
entre el bien y el mal, el apocalipsis, presupone un n de la maldad y una eternidad
para los buenos, un consuelo sobre el temor al caos desconocido que es la vida
y una nalidad para nuestra existencia, en la que los humanos eligiendo como
somos en vida podemos elegir cómo será nuestro futuro. De esta manera, otorga
una nalidad para la vida, pero también sentido al presente y control sobre el futu-
ro desconocido que nos depara.
A lo largo de la historia, los miedos e incertidumbres existenciales no han
dejado de aparecer en la humanidad, lo que ha dado lugar a la búsqueda de res-
puestas que den sentido a nuestra existencia, y con ello, a nuestra historia. Entre
las diferentes cciones que moldean nuestra experiencia de lo real, destaca la -
gura del apocalipsis, una narrativa que ha perdurado y evolucionado a lo largo del
tiempo. Esta gura reeja la necesidad humana de aferrarnos a distintas ccio-
nes que otorguen signicado a nuestra existencia, preriendo creer que el mundo
será destruido antes que aceptar que nuestra historia carece de un propósito nal
y que nuestra existencia no tiene un sentido intrínseco. La cción apocalíptica su-
giere que el sentido que le otorgamos a la historia reside en su n, anticipando una
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culminación que nos conducirá a una existencia libre del caos que no caracteriza
nuestro mundo actual.
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Cómo citar este artículo:
Dimarco, A. (2024). Del zoroastrismo a la ciencia cción: del apocalipsis como respues-
ta a la pregunta por el sentido de la historia.
Trazos-Revista de estudiantes de Filosofía
,
1(8), 47-56