TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
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ENSAYOS FILOSÓFICOS
Habitar El Fin Del Mundo:
Realismo Capitalista En El
Estado De México
Inhabit The End Of The World:
Capitalist Realism In State Of
Mexico
Ivonne Alejandra Zamudio Soto
Universidad Autónoma Metropolitana. Ciudad de México, México.
aalejandra.zamudio@gmail.com
Recibido: 21 de mayo de 2024
Aceptado:21 de junio de 2024
TRAZOS - REVISTA DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA - AÑO VIII - VOL. I. - JUNIO 2024
páginas 100-108 - E-ISSN 2591-3050
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/trazos/
INSTITUTO DE FILOSOFÍA - FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
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Resumen: En este ensayo, utilizo Elysium, una película de ciencia cción, como
pretexto para iniciar una reexión acerca de cómo es que las cciones sobre el
n del mundo, que se grabaron en Nezahualcóyotl, estado de México, una de las
periferias de la ciudad, juegan un papel importante en los imaginarios políticos y
las ontologías sociales de los habitantes de estos lugares. Asimismo, propongo
desplazarnos hacia otras formas de pensar el tiempo y elaborar nuestros afectos
como formas de dislocación al realismo capitalista.
Palabras clave: REALISMO CAPITALISTA – PRESENTISMO – DISTOPÍA
Abstract: In this essay, I take Elysium, a science ction lm, as a pretext to initiate
a reection on how apocalyptic ctions lmed in Nezahualcóyotl, state of Mexico,
an outskirt of the city, play an important role in the political imaginaries and social
ontologies of the inhabitants of these areas. I propose shifting towards other ways
of thinking time and our aections as forms of dislocation from capitalist realism.
Keywords: CAPITALISM REALISM – PRESENTISM – DYSTOPIA
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Atardeceres grises con destellos naranjas, atmósferas polvosas que nu-
blan la mirada, ventanas rotas, avenidas llenas de basura y restos de objetos co-
tidianos para los humanos, son elementos recurrentes en las narrativas sobre el
n del mundo. Buena parte de los relatos cinematográcos sobre el colapso que
acecha al mundo contemporáneo suelen utilizar escenas de destrucción, hacina-
miento, violencia y escasez de recursos para armar sus cciones. Sin embargo,
por más extraordinarias e insólitas que parezcan estas imágenes, lo cierto es que
la hegemonía cultural del capitalismo no declina su lugar como supuesto lienzo en
blanco, en el que pueden construirse toda clase de cciones. Las calles pueden
estar desiertas, los hospitales y comercios saqueados, pero los que quedan, en
sus prácticas y sus modos de relación, logran mantener, lo más intacto posible,
valores familiares, heteronormativos, de propiedad privada y de consumo.
Por si fuera poco, el porvenir es imaginado en parámetros culturales y so-
ciales que el mismo sistema económico produce y, por eso, los supervivientes
desean recuperar algo que nunca se perdió. De los relatos hollywoodenses sobre
el n del mundo no podemos esperar algo nuevo, pues están construidos de ma-
nera que tanto la destrucción como la reavivación del mundo se mantienen dentro
de lo que Mark Fisher (2009) llamó realismo capitalista.
En
Archaeologies of the Future: The Desire Called Utopia and Other Scien-
ce Fictions
, Fredric Jameson (2005) plantea que el capitalismo como sistema
económico se nos ha presentado como la única opción viable para existir y que,
por ello, imaginar un mundo, o varios, sin este, se vuelve imposible. En palabras
de Slavoj Žižek (2011), “Es más fácil imaginar el n del mundo que el n del capita-
lismo”. De esta manera, las imágenes con las cuales pensamos el futuro, incluso
si es un horizonte apocalíptico, suelen congurarse a partir de las narrativas do-
minantes en las que la omnipresencia del capitalismo permanece como si fuese
algo esencial a la vida.
En este texto, utilizo Elysium (2013), una película de ciencia cción dirigida
por Neill Blomkamp, como pretexto para reexionar cómo es que las cciones
sobre el n del mundo, que se grabaron en las periferias de la Ciudad de México,
juegan un papel importante en los imaginarios políticos y las ontologías sociales
de los habitantes de estos lugares. Además, me interesa preguntarme, ¿por qué
la representación del futuro distópico utiliza escenarios que, fuera de la cción
cinematográca, son asociados con el pasado o el estancamiento del progreso?
Ofrecer respuestas a esta pregunta implica rastrear cuáles son las articulaciones
que ocultan la etérea realidad del capitalismo, para así, mostrar que éste es poro-
so y su dislocación es posible.
La película de Blomkamp (2013) nos sitúa en un futuro distópico en el año
2154. En la Tierra, la mayoría de la humanidad vive en condiciones de pobreza ex-
trema, sobrevive a la crisis ambiental, a la escasez de alimentación y de servicios
de salud. En contraste, la élite rica vive en una lujosa estación espacial llamada
Elysium, en donde las avanzadas tecnológicas médicas pueden curar cualquier
enfermedad y prolongar la vida. Lo relevante aquí es que, las escenas de superpo-
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blación y devastación fueron grabadas en el municipio de Nezahualcóyotl, Estado
de México, parte de la periferia de la Ciudad de México.
Cuando el director materializa las imágenes apocalípticas de la Tierra y
para ello, utiliza un contexto presente, es decir, recurre a un espacio vivo que po-
see cotidianidad, habitado por 1.077.208 habitantes (Gobierno de México, 2020)
y lo captura bajo la narrativa del n del mundo, lo que hace es trazar cartografías
pasadas, presentes y futuras en nuestra construcción de la realidad. Sumado a
esto, las escenas presentadas en la película sugieren un ordenamiento jerárquico
de los modos de existir, lo cual, tiene efectos en la forma de pensar los lugares que
habitamos y su horizonte, o sea, en nuestra capacidad para producir narrativas
novedosas de estos espacios.
En mi vida, he escuchado tanto a colegas como amigxs referirse al lugar
en donde crecí y vivo como “el n del mundo”, “ese lugar donde termina la civili-
zación”, “el olvidado por Dios”, etc. Yo no resido en Nezahualcóyotl, pero sí en el
Estado de México o “el establo de México”, como se sabe que le dicen algunos
habitantes de la Ciudad de México. Describir los lugares en los que habitan mu-
chos trabajadores y estudiantes de la ciudad
1
como espacios que, por un lado,
son equiparables con el n de la civilización, pero que, por otro, poseen caracte-
rísticas atribuidas al atraso, a eso que detiene los proyectos de progreso, pone
de relieve la marginación de ciertas poblaciones y lo contradictorio de pensar el
tiempo como una linealidad. Si lugares como Nezahualcóyotl son territorios idea-
les para mostrar el año 2154, o sea, el futuro de la humanidad, y al mismo tiempo,
son pensados como aquello que queda por fuera de la narrativa del orecimiento,
entonces tenemos un escenario en el que pasado y futuro ocuparían el mismo
lugar.
Esta paradoja temporal evidencia el presentismo como esa condición cul-
tural y social en la que la temporalidad se piensa como sinónimo de lo inmediato
y obtura nuestra capacidad para inventar futuros alternativos u otras formas de
pasado. Especular con horizontes inéditos requiere distanciarse, al menos por
un tiempo, de aquello que distrae nuestra reexión y cuestionamiento, a saber
las formas culturales preexistentes para la sociabilidad y la imaginación. (Fisher,
2013, p.41). En este sentido, Elysium pretende ser una narrativa de denuncia y
crítica a las formas culturales del capitalismo, pero termina por mostrarnos que no
hay manera de erradicarlo, únicamente podemos mitigar sus excesos. La película
exhibe supuestas acciones anticapitalistas, pero nos permite seguir consumien-
do su historia sin mayores sobresaltos, esto es, porque “la tarea de la ideología
no es convencernos de algo, sino ocultar el hecho de que las operaciones del
capital no dependen de algún tipo de creencia subjetivamente compartida” (Fi-
sher, 2009, p. 25). Si ponemos atención a los escenarios materiales en esta ope-
ración y a la construcción subjetiva de quienes los habitamos, no como extras,
sino como cuerpos que sienten, se mueven y hacen a diario y en presente su vida
en estos territorios, quizá se pueda encontrar una grieta a las narrativas del n del
mundo propias de la ideología.
1 .Ciudad de México cuenta con unos 4.5 millones de personas que se trasladan todos los días a la capital para trabajar, de acuerdo con
el INEGI. Estos datos únicamente contemplan el trabajo formal, pero muchos mexiquenses trabajan en actividades informales.
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Para una mutación posible, es imprescindible discutir qué tipo de herra-
mientas conguran el presentismo en el realismo capitalista. Los planos cartesia-
nos han participado de la conguración del tiempo como una trayectoria de una
sola dirección (de izquierda a derecha). Así, los planos bidimensionales sirven al
capitalismo porque dibujan una idea teleológica de la historia, en la que este mo-
delo económico se erige como resultado del avance de la civilización y por lo tan-
to, cancela las tentativas de imaginar algo distinto a lo que éste ofrece. Dice Fisher
(2009): “el realismo es análogo a la perspectiva desesperanzada de un depresivo
que cree que cualquier creencia en una mejora, cualquier esperanza, no es más
que una ilusión peligrosa” (p.17).
En este ejercicio de imaginar otro mundo posible, la escritora Ursula K.
Le Guin (2016) se pregunta cómo podría escribirse una utopía diferente y dice:
“Cuanto más pura, cuanto más euclidiana sea la razón que construye una utopía,
mayor es su capacidad autodestructiva […] la utopía ha sido euclidiana, ha sido
europea y ha sido masculina” (pp. 158-159). Los lugares como Nezahualcóyotl,
que han sido presentados como modelos del n del mundo por las narrativas he-
gemónicas, también nos brindan la oportunidad de mirarlas con atención y deve-
lar que su ontología material no solo es espacial (una locación para grabar), sino
también temporal, por lo que si queremos seguir pensándolas debemos acudir a
otras geométricas. En consecuencia, igual que K. Le Guin, creo que una visión no
euclidiana del tiempo, o sea, una supercie curva en la que presente, pasado y fu-
turo ocupan el mismo lugar y en la que no hay un punto cero o una jerarquía dada
por su posición en el espacio, pueden ser una vía para exhibir la incoherencia y
lo indefendible de un modelo que se planta como la realidad única y así convocar
algo novedoso.
Como señalé, los efectos de fabricar representaciones de estos lugares,
bajo la lógica de la distopía y la fatalidad, tienen consecuencias. Decir que el Esta-
do de México se parece al apocalipsis, inscribe formas de habitar el territorio su-
jetas a esa cción; por ejemplo, intercambios entre personas que despliegan una
defensa paranoica del cuerpo y de sus bienes o una actitud desinteresada frente
al saqueo de empresas transnacionales en su región, o sea, un estado de shock
como el de las películas de acción.
Desplazarse de un panorama bidimensional a uno no euclidiano, requiere
la inclusión de otras categorías como colonización, marginación y olvido. Kathryn
Yuso (2018) ofrece algunas coordenadas para hacerlo en A billion black anthro-
pocenes or none, texto en el que reexiona sobre la negritud como un vector ma-
terial que abre nuevas geografías espaciales y temporales alejadas de los cortes
imperiales que les dominaron. Dice: “El Antropoceno parece ofrecer un futuro
distópico que lamenta el n del mundo, pero el imperialismo y los colonialismos
han estado acabando con mundos desde que existen”
2
(pp. 11-12). En este orden
de ideas, la negritud está vinculada a la diferencia, es decir, la inscripción colo-
2 La traducción es mía.
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nial material e intencional que se ha construido de la negritud ha establecido una
vinculación a lo no humano, por ejemplo, a la tierra. De esta forma, por siglos ha
sido “coherente” llevar a cabo prácticas de extractivismo y explotación sobre las
personas negras como sobre el territorio, sin que ello sea leído como el n del
mundo. El trabajo de Yuso muestra que, incluso nociones que damos por senta-
das como el de humanidad o temporalidad son cciones coloniales, dominantes
y heterogéneas, por lo tanto, desarticulables.
De esta manera,
El poder del realismo capitalista deriva parcialmente de la forma en la que el ca-
pitalismo subsume y consume todas las historias previas. […] Ninguna posición
ideológica puede ser realmente exitosa si no se la naturaliza, y no puede natura-
lizársela si se la considera un valor más que un hecho. (Fisher, 2009, p. 30)
El ejercicio de comprensión al que invitan tanto Fisher como Yuso, puede
ser un desestabilizador serio al realismo capitalista. Más aún, creo que, si leemos
las escenas grabadas en el basurero municipal de Nezahualcóyotl y las imágenes
de colinas sobrepobladas de casas con tabique gris como paisajes producidos y
sostenidos por el realismo capitalista, entonces vamos a poder distanciarnos de
los relatos que pretenden que Elysium y la Tierra sean mundos construidos de
materiales diferentes. En otras palabras, la película quisiera que creyéramos en
la contingencia de estos mundos; pero, si una mira de cerca la basura, el trazado
de las calles, la construcción de las viviendas, la localización del municipio con
respecto a lo que se considera el centro, podrá fácilmente darse cuenta de que
esos objetos no están por fuera de las promesas del capital, de hecho, son el re-
siduo de lo que ese otro mundo deja a su paso, o sea, son un reverso, una parte
necesaria para su funcionamiento. “El capitalismo no tiene una tendencia progre-
siva a desnudarse, desenmascararse y mostrarse tal como es: rapaz, indiferente,
inhumano. […] la rapacidad del capitalismo depende de la utilización de diversas
formas de enmascaramiento” (Fisher, 2009, p. 61).
Una de las formas más efectivas de enmascaramiento ha sido dibujar car-
tografías en las que estos lugares que, a diario, reciben y expulsan personas son
ubicados como lugares exteriores al modo de producción y consumo capitalista,
ya sea por su clasicación dentro del “n del mundo” o porque son un esbozo de
la barbarie previa a la civilización actual. Imaginar los territorios parecidos al de
“Neza”, ya no como futuros distópicos, sino como lugares en los que hay perso-
nas habitando e inventando prácticas para sobrevivir a la reiteración de que “no
hay futuro”, es un primer paso para señalar y multiplicar las suras del progreso
moderno.
De igual forma, observar en la pantalla grande que espacios en los que mi-
llones de personas sitúan su cotidianidad, son tratados como modelos universa-
les de devastación y destrucción, puede tener efectos en las disposiciones polí-
ticas y afectivas de sus habitantes. Por ejemplo, las pésimas condiciones en el
transporte público y el malestar que ello causa, pueden ser interpretados como un
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mal necesario si se quiere tener un mejor trabajo o educación en la ciudad; el pai-
saje polvoso, las altas temperaturas o la desaparición gradual de áreas verdes y
espacios públicos, pueden leerse como inevitables de frente al cambio climático,
lo cual, omitiría la intencional venta y despojo del territorio en las periferias. Estas
prácticas discursivas crean modos de existir, no solo para quienes son oriundos
de estas geografías, también para aquellos que asimilan narrativas hegemónicas
y creen estar a salvo o “afuera” de la rapacidad del realismo capitalista. En efecto,
la delimitación entre adentro y afuera es indispensable para sostener la coheren-
cia capitalista.
Recuerdo una plática en la que una chica contaba lo difícil que era en-
contrar un departamento. Su intención era reducir gastos y, aunque la vivienda
es muchísimo más accesible en las periferias de la ciudad de México, la idea de
desplazarse algunos días entre los márgenes y el centro le parecía insostenible,
entre muchas cosas, porque los trayectos pueden implicar horas. Lo singular fue
su manera de enunciarlo, dijo: “Yo no podría. Mi cuerpo no lo toleraría, entiendo
que hay gente que sí pueda hacerlo, lo respeto, pero yo no estoy para eso.” En lo
dicho se puede leer, primero, la naturalización de espacios centralizados y la mar-
ginación de aquellos que caen por fuera del centro; segundo, cuando se dice “hay
gente que sí pueda hacerlo”, se intuye la creencia de que hay cuerpos dispuestos
o en condiciones (por su ontología) de exponerse a actividades que claramen-
te son lamentables para cualquier persona. Es decir, el rechazo no se dirige a la
desigual distribución del tiempo-espacio o a la tajante división entre el centro y el
margen, sino a no ser ese cuerpo, esa gente. Fisher (2009) reconoció algo pare-
cido a esta actitud apática y cínica entre sus estudiantes de secundaria, y la llamo
impotencia reexiva; una visión tácita de las cosas, una especie de conocimiento
de que las cosas andan mal, pero ante lo cual no se puede hacer nada; un saber
que no deriva de la observación y la atención sino de la resignación o de una pro-
fecía autocumplida (p. 35).
Establecer una equivalencia entre escenarios apocalípticos y espacios co-
munes o domésticos en las periferias de la ciudad de México, produce en las per-
sonas el anhelo de salir y migrar hacia planos en los que el porvenir todavía está
prometido. Es decir, si la clase dominante parece tenerlo todo, la única posibilidad
de tener futuro es ser como ellos, alcanzarles. En efecto, narrativas como Elysium
discurren bajo la premisa de que sentir envidia es inevitable, lo que es más, la
reacción esperable. Por eso, elijo seguir la invitación de Fisher (2013) para ir más
allá de los celos y pensar el resentimiento.
Para Friedrich Nietzsche (2009), la moral del resentimiento censura la re-
acción de la acción para el esclavo y solo le permite una venganza imaginaria por-
que su mirada del otro como no-yo convierte el no en la cualidad de su producción
creativa, es decir, el resentimiento aleja al esclavo de la vida porque activa una
moral de odio a sí mismo (p.50). Sin embargo, para Fisher (2013), el resentimien-
to no tiene porqué ser una pasión inútil o que termine en impotencia. De hecho,
por su ferocidad, el resentimiento puede incitar a la imaginación de escenarios
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otros, entonces, atenderle y articularlo con imágenes e interpretaciones diferen-
tes a las ofrecidas por la ideología, podría resultar en la desestabilización de la
estructura de clase (p. 274).
La diferencia entre celos y resentimiento es que los primeros implican el
deseo de volverse la clase dominante, mientras que el segundo sugiere una furia
hacia la posesión desmedida de recursos y privilegio. En este sentido, advertir,
explorar y confrontar el resentimiento nos habilita para ir más allá de la inacción
quejosa, subvertir la experiencia de inferioridad y subordinación con respecto a
la dominación (p. 275). En esta perspectiva, el resentimiento es el inicio de la re-
sistencia y el cuestionamiento de las narrativas que proponen la asimilación del
capitalismo como la única salida posible. Esto es, porque el resentimiento, inter-
venido por la reexión, puede escampar la mirada y hacernos percibir la inconsis-
tencia del realismo capitalista que habita y se reproduce en nuestros modos de
vida.
Reconocer el resentimiento como un afecto con la fuerza para desblo-
quear la culpa y los constreñimientos del goce, implica la transición hacia el de-
seo. Subvertir las narraciones apocalípticas de nuestros territorios a través de un
habitar insólito, implica que nos ocupemos de pensar nuestros afectos de manera
local y con otrxs, negarnos a ser construidxs únicamente desde relatos fatídicos
y desesperanzadores en los que la hegemonía capitalista nos ubica. No se trata
de idealizar la precariedad, porque eso ya lo hizo el capitalismo; nuestra tarea es
narrar e imaginar nuestras prácticas cotidianas con la dignidad de quienes saben
que otros futuros son posibles.
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Cómo citar este artículo:
Zamudio Soto, A. (2024). Habitar el n del mundo: realismo capitalista en el estado de
México.
Trazos-Revista de estudiantes de Filosofía
, 1(8), 100-108