
El fracaso de la promesa del nuevo mañana, más todo el pensamiento ideoló-
gico e histórico que no llevó más que a trágicos acontecimientos, provocó la
huida de los intelectuales y artistas del ámbito político, nuevamente recluidos a
su estudio. Para Nietzsche, estos hechos no pasarían desapercibidos.
En mayo de 1871, Nietzsche escucha noticias sobre incendios en París,
saqueos al Louvre por parte de los rebeldes de la Comuna; incluso dos años más
tarde se había celebrado en Basilea el Congreso Internacional de la Asociación
de Trabajadores (Safranski, 2010, 74-75). Todos estos hechos le parecían alar-
mantes, inconcebibles, un atentado directo contra la cultura que ya en esos
años para él agonizaba. Este temor, este desagrado por la revolución de los
“esclavos” es reflejado en su primera obra, aunque sólo sea de forma breve. Dice
Nietzsche, por ejemplo: “No hay nada más terrible que un estamento bárbaro de
esclavos que haya aprendido a considerar su existencia como una injusticia y
que se disponga a tomar venganza no sólo para sí, sino para todas las genera-
ciones” (2012, 179-180). Pero, ¿por qué a Nietzsche le parece este hecho tan desa-
gradable?, ¿por qué se niega a la liberación de los oprimidos? Por una simple
razón: toda cultura está sustentada en un “estamento de esclavos”, en una
mayoría de individuos que se “sacrifican” para un “estamento de amos”, para
unos pocos que pueden gozar de la cultura, el arte, la ciencia y la filosofía y que,
ante un mundo que carece de sentido, justifican la existencia estéticamente.
Esto era, según Nietzsche, evidente para los griegos. Pero nuestra cultura – una
cultura ilustrada – pretende negar este hecho hablando de “dignidad del
hombre”, “dignidad del trabajo”, “libertad”, “democracia”, etc. Dice el filósofo de
Röcken:
Nótese esto: la cultura alejandrina necesita un estamento de esclavos para poder
tener una existencia duradera: pero, en su consideración optimista de la existencia,
niega la necesidad de tal estamento, y por ello, cuando se ha gastado el efecto de
sus bellas palabras seductoras y tranquilizadoras acerca de la dignidad del ser
humano y de la dignidad del trabajo, se encamina poco a poco hacia una aniquila-
ción horripilante (Nietzsche, 2012, 179).
En un texto de juventud titulado El Estado Griego (1868) – antecedente direc-
to de las ideas del Nacimiento de la tragedia – Nietzsche crítica las ensalzadas
ideas modernas sobre la “dignidad del hombre” y la “dignidad del trabajo”,
mostrando que, si en el fondo la naturaleza es continua guerra e injusticia,
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TRAZOS
AÑO II - VOL I
JULIO 2018
ISSN 2591-3050